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INTRODUCCIÓN “QUÉ HACER CON LA VIOLENCIA EN LA ESCUELA: Los mayores problemas que enfrentan padres y profesores y cómo darles soluciones que funcionen en los contextos actuales”.

 

Cuando apareció el libro de mi autoría, “Los Conflictos entre Profesores y Alumnos”, muchos estudiantes de pedagogía y profesores en ejercicio dijeron, “es el libro que faltaba”, “interesante, sin duda, me ayuda”, “relaciona la teoría y la práctica”, “las ilustraciones son un plus”, “sirve para evaluarme y darme cuenta de los errores que he cometido”; otros manifestaron “sí, pero no trae nada sobre qué hacer frente a alumnos que se pelean en medio de la clase”, “y, ¿qué hago cuando el niño patea a su compañero?”, “le falta ‘qué se hace cuando…’” y así; aún hubo otros que le echaron una mirada, sonrieron, lo tiraron a un lado y no dijeron nada.

 

            Después, cada vez que se me invitaba a dar charlas, conferencias, talleres o participar en paneles de conversación sobre el tema, me sentía acechado por algunos colegas que nuevamente insistían en manifestar sus inquietudes con preguntas, tales como: “¿Qué se hace con …?” , “Bueno, pero… ¿qué hay que hacer cuando usted tiene dos niños que se agarran a combos?”, “¿Y qué nos puede decir para acabar con el bullying?”, “No debe ser novedad para usted que un directivo docente desautorice a un profesor por desacuerdos en medidas disciplinarias, ¿cierto?”, “¿Cree que realmente se pueda hacer algo con nuestros alumnos que no quieren nada?”

 

No es fácil para muchos educadores entender que más vale la pena prevenir  la violencia antes que contenerla, tema que se trata in extenso en la publicación aludida anteriormente. A pesar que se demuestre con hechos, por ejemplo, que resulta buscar los acuerdos desde el inicio con los estudiantes y que la educación hoy día no es imposición sino aceptación de las diferencias y negociación, se insiste en pensar en ejemplos de violencia desatada.

 

Por otro lado, siempre ha rondado en mi mente la idea que me dejaron mis maestros universitarios, desde que era estudiante,  que “la educación no se nutre de recetas”, consecuentemente, ¿cómo satisfacer las inquietudes de tantos educadores sin caer en fórmulas infalibles?

 

En este libro se presenta – principalmente - resultados de investigaciones y datos empíricos de las prácticas de vinculación con el sistema educativo. En la primera parte, informes de la tesis doctoral que se empezara a tratar en mi libro que citara en el primer párrafo y estudios de continuación referidos al tema de conflictos en el aula y violencia escolar, en general, sin restringirla sólo a casos de bullying. Así es como la preocupación que inicia la publicación está referida a las formas en que se ha estado desarrollando la gestión del equipo directivo y de los docentes en la construcción de la convivencia escolar. Finaliza esta parte inicial con un exhaustivo análisis de las diversas causas del aburrimiento en los estudiantes, para luego, entregarse diversas estrategias para vencerlo mediante nuevas prácticas de enfrentar el proceso educativo dentro del aula.

 

En la segunda parte, se presenta una serie de “situaciones recreadas” acerca de los principales conflictos que se crean entre profesores, estudiantes y padres/apoderados, y, la solución a ellos. Se trata, por tanto, de intervenciones pedagógicas para gestionar la violencia escolar.

 

Para este efecto, se ha trabajado con entrevistas profundas a profesores que se han sentido exitosos al resolver los conflictos que se les generan, con alumnos practicantes de pedagogía que han probado nuevas estrategias de intervenciones pedagógicas para encarar sus propios desafíos de comportamiento disruptivo de los alumnos(as) y con la puesta en práctica de estrategias en el aula originadas frente al trabajo con mis estudiantes practicantes en diferentes aulas de educación básica y educación media.

 

El trabajo que aquí presento es el resultado de arduos siete años de esfuerzo sostenido por dar respuesta al reto que se me planteara continuamente por mis colegas educadores. Si el desafío estaba planteado y había sido asumido, no podía concebir ahora que se llegara a pensar por alguien que “este es un libro de recetas”, porque para ese resultado, no habría valido la pena el trabajo intenso de tanto tiempo. Por otro lado, pensaba que  si hubiese elegido no hacer nada respecto a la inquietud permanente e insistente de los profesores, se seguiría repitiendo - por mucho tiempo – el mismo tipo de interrogantes. No obstante, si el reto se tomaba, había que pensar en un modelo pertinente que diera respuesta a las inquietudes permanentes de una gran mayoría de colegas. No obstante, también debía enfatizarse que – de todas maneras – si bien es posible contener todo tipo de violencia, siempre es preferible gestionar la prevención de ella.

 

Aún así, gestionando la prevención de la violencia, en otras palabras, cuando se han tomado “todas las providencias del caso”, es posible encontrar otro “sí, pero…” cuando surgen alumnos(as) que se “escapan de la regla”. Si así fuese, tendríamos que pensar en un Plan B, que debiera funcionar para intervenir pedagógicamente frente a tal conducta disruptiva. Por esta razón en este libro se ha tratado de conjugar el modelo de presentar estrategias de prevención y de gestión de la violencia para un mismo caso. Si unas no funcionan en todos los casos, otras lo harán.

 

El esfuerzo que se hace no es menor dado que la bibliografía, en general, trata acerca de aspectos teóricos, muchas veces no comprensibles rápidamente “para fines prácticos”, u otras veces especulativos de cómo prevenir o evitar los problemas o conductas disruptivas. O también, maneras de reaccionar, que generalmente distan de ser las que realmente funcionan: anotaciones, amonestaciones, llamadas al apoderado, suspensiones, expulsiones, entre las más comunes.

 

Tal vez la gran fortaleza de aquello que se entrega en la Segunda Parte de este escrito yace en que las estrategias desarrolladas han sido “probadas y aprobadas” tanto por profesores exitosos como por jóvenes practicantes en sus primeros contactos con alumnos. En algunas de estas situaciones han jugado un rol preponderante padres y apoderados. No obstante, este hecho no basta para asegurar que “si usted aplica lo que aquí se expone de manera correcta, le irá muy bien”. Cada caso es particular y se debe estudiar si es posible transferir las mismas soluciones a casos similares. Además, las “estrategias probadas y aprobadas” responden a ciertas teorías, explicaciones que se dan los profesionales para aplicar “sus soluciones”, circunstancias especiales del medio, características de los estudiantes, etc. que, es posible, no correspondan a las de todos los educadores o futuros profesores que se encuentren leyendo estas líneas.

 

En consecuencia, el desafío se ha aceptado por parte del autor; ahora, éste pasa a usted para que pueda transferir exitosamente las ideas y sugerencias aquí presentadas en sus situaciones particulares.

 

Sin embargo, en ningún caso se debe pensar que por sólo aplicar técnicas, métodos o estrategias en un momento preciso, se va a poder sustituir la responsabilidad legítima que se tenga en la educación de las personas. Sólo el compromiso imprescindible puede asegurar a los estudiantes que existe un genuino interés por su desarrollo en formas que difícilmente se pueden expresar con palabras.

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